sábado, 27 de agosto de 2011

La carrera de la vida

Hace un par de días leía yo una pancarta que llevaba una madre de algún estudiante chileno que rezaba mas o menos así "prefiero que mi hijo pierda un año a tener un hijo sin conciencia social" Esta frase me hizo pensar en el sentido de la palabra "perder" en este contexto.
Desde pequeños nos inculcan que hay que ir a la escuela y que los años de estudiante son los mejores de la vida, pero al mismo tiempo nos urgen a apurarnos, a no perder un sólo año y es loable llegar a la universidad a los 17 años y salir de ella a los 21, es decir pasar esos catalogados como años felices lo mas rápido posible.
Si alguien decide que al finalizar la preparatoria se toma un año sabático, se va de viaje o se toma un respiro para decidir que va a hacer después es visto con recelo, se le comienza a tomar por irresponsable, comodino, flojo y demás epítetos que tanto nos gustan; si alguien se tarda 2 años mas de los indicados en finalizar la carrera además de todo es idiota. Todo esto me hizo pensar ¿cual es la prisa? alguien hace años me develó el misterio: "para empezar a ganar dinero". Esa respuesta me dejó helada, nuestro objetivo en la vida ya no es vivirla, ya no es disfrutarla, ya no es hacer lo que nos gusta de la mejor manera posible y de paso contribuir a la sociedad; es ganar dinero. Partiendo de esa premisa tan bien inculcada por la sociedad de consumo en la que vivimos (o existimos, cada vez se parece menos a la vida lo que hacemos) podemos deducir que en la busca de ese objetivo haremos lo que sea necesario para lograrlo porque nuestro valor primario es "ganar dinero", por encima de deseos, sueños, intereses. La ecuación es muy sencilla: la felicidad es tener objetos (estéreo, pantalla plana, carro deportivo, smart phone, computadora enorme, ropa cara), para tener hay que comprar, para comprar hay que ganar dinero; como queremos ser felices desde pequeños mientras mas pronto ganemos dinero es mejor; de ahi que integrarse al mercado laborar lo mas temprano posible es el objetivo. Bajo esta premisa haremos lo necesario para esa felicidad. Otro de los paradigmas sociales es tener una familia, así que nos casaremos y tendremos hijos y con eso habremos cumplido con ese tema, no importará que para cumplir con el otro dejemos de lado este, la familia se volverá un grupo de gente que está en una casa a la que llegamos a dormir, cansadísimos de tanto trabajar y con la que no pasaremos tiempo porque por "su felicidad" (por darles objetos) trabajemos de sol a sol. Esto es lo que estaremos enseñando.
Volviendo al cartel que mencioné al inicio, yo no podría llamarlo año perdido sino año de aprendizaje, porque no perdió nada, terminará la carrera un año después ¿que importa? será un año de no ir a la escuela pero tendrá la oportunidad de tener otras experiencias, habrá aprendido que es mucho mas importante defender un principio que integrarse al mercado laboral, será un año en que podrá desarrollar esa conciencia social mencionada y podrá colocar en su justa dimensión la premisa de acabar pronto la carrera. 
Por cierto, una vez mas este artículo habla de los privilegiados que podemos acceder a opciones, de un pequeño grupo social (porque seamos realistas, los que tenemos acceso a la universidad somos privilegiados, decidamos ir a ella o no) y no se refiere a los que ni esa oportunidad tienen, pero quizá seamos nosotros quienes gracias a esos privilegios tenemos la responsabilidad de hacer estas reflexiones y conducirnos como seres pensantes dejando de lado las convenciones sociales que nos dicen como portarnos para mantener la maquinaria de consumo funcionando.

jueves, 18 de agosto de 2011

Yo merezco mas

A raíz de escuchar esta frase en una conversación me vino a la cabeza el concepto del que se habla y como hay que salirse un poco a veces de los temas políticos y sociales en los que he estado últimamente se me ocurre analizar este asunto. Por cierto que como soy mujer abordaré el tema desde este lado que lo manejo un poco mejor.
Es común esta frase cuando una mujer decide terminar una relación sentimental con alguien y en muchos casos es perfectamente válida pero el caso que quiero tocar es el de nuestra propia idealización.
Somos mujeres fuertes, trabajadoras, responsables, inteligentes, con opiniones propias y echamos a andar el cerebro con cierta frecuencia; de ahi que consideramos que el hombre a nuestro lado debe ser tan genial como nosotras porque merecemos mucho, entonces quien quiera estar con nosotras debe ser: inteligente, cariñoso pero sin ahogar, atento pero sin tratarnos como lisiadas, amable, cooperador, responsable, independiente, paciente, ingenioso, leal, noble. Esa no es una persona, es un ideal.
Muchas veces pasa que nos topamos con alguien con quien nos entendemos bien, con quien disfrutamos la vida, con quien las horas se pasan sin notarlo pero resulta que esa persona es desordenado o le matan los videojuegos (y nosotras no sabemos ni prender el X-Box) o no soporta las reuniones sociales; entonces empezamos a hacerle campaña en contra al videojuego, nos ponemos verdes cuando encontramos sus calcetines abajo de la almohada o le ponemos una cara tremenda porque no quiere ir al cumpleaños de la tia Lola, a la larga estas cosas crecen y terminamos pensando que es un desconsiderado, flojo y adicto al jueguito en cuestión, es entonces cuando surge el "yo merezco mas" y decidimos dejarlo con cara de sorpresa porque él no entiende porqué, si la pasamos bien juntos decidimos que no es suficiente.
Cuando decimos que merecemos mas, es porque no estamos dispuestas a pasar sus defectos o faltas (a nuestros ojos) sin vernos con ojo crítico y darnos cuenta que con todo y las maravillas que somos, dejamos la cafetera prendida casi diario (ya se rompieron tres por el calor o ya provocamos un corto), olvidamos pasar a la tintorería cada que nos toca (no hay un solo abrigo en el closet y está casi nevando) o somos capaces de morder al que nos interrumpa cuando estamos viendo nuestra serie de TV predilecta (mas ejemplos aleatorios).
Las mujeres fuertes e independientes tendemos a caer en estas situaciones, estamos tan acostumbradas a ser ejemplo a seguir, a decir la última palabra, a ser casi perfectas que nos la creemos, pasamos por alto nuestros errores y defectos porque "son pequeñeces". En este sentido los hombres son quizá mas honestos, conocen sus defectos y lo mas importante, conocen los nuestros y están dispuestos a aceptarlos como parte de nuestro carácter (ojo, este artículo no se refiere a relaciones patológicas, donde hay abuso, donde un hombre crucifica a una mujer por no ser su ideal, estamos hablando de relaciones mas simples y de hombres sin patologías de este tipo) ¿porque nosotras no? ¿porque no podemos ver aquel que está con nosotras es un ser humano? ¿porque cuando tenemos una relación agradable nos empeñamos en poner atención a las pequeñeces? No digo que todos los defectos sean poco, pero debemos poner en la balanza lo bueno y lo malo, lo que nos gusta y nos disgusta, si tenemos una pareja con quien estamos bien pero hay cosas que no nos gustan debemos valorarlas y pensar que los seres humanos somos paquetes completos, traemos cosas buenas y malas, no hay nadie con puras buenas (que es relativo, lo bueno para mi puede no ser bueno para ti).
 Ese carácter que nos gusta es resultado de un todo, de un conjunto de acciones, sentimientos, costumbres, valores y entre ellos seguramente hay muchos que no compartimos y esos son los que debemos analizar racionalmente, ser honestas con nosotras y saber hasta donde estamos dispuestas a pasar por alto algo porque también seamos realistas, no se le van a quitar, no va a dejar de ser como es, si lo conocimos desordenado no se le va a quitar, lo intentará, pero difícilmente lo eliminará, si lo conocimos coqueto lo será hasta en el geriátrico, estas son las cosas que debemos valorar y decirnos que tan dispuestas estamos a transigir, a aceptar; si no lo estamos, habrá que decirlo eso si pero no nos idealicemos, no merecemos alguien perfecto, alguien ideal porque no existe, merecemos un ser humano que tendrá tantos defectos como nosotras.

sábado, 13 de agosto de 2011

El Auge de los Derechos

Vivimos en una época donde peleamos por los derechos de todos, por una igualdad ante las leyes y las oportunidades, por la posibilidad de expresarnos a nuestro gusto, por las necesidades básicas satisfechas, hasta aqui la situación es perfectamente justa y no creo que haya alguien que considere injustos estos movimientos (salvo los casos de sociópatas) y todos estamos dispuestos a apoyarlos, siempre y cuando no nos cueste mucho trabajo o no nos afecte gran cosa. 
El asunto se complica cuando por esos derechos a alguien se le ocurre cerrar una calle con un plantón o irse a la huelga y nos deja sin luz (ejemplo ficticio). Curiosamente esa gente que se enoja porque el plantón los hizo llegar tarde a su trabajo, esos que dicen "pónganse a trabajar, me estorban, tengo derecho a llegar a mi trabajo" son los mismos que el viernes organizan fiesta en su casa (que casi siempre está en un fraccionamiento de interés social donde las casas están pegadas unas a las otras) que como es pequeña se desparrama hacia la calle, con el resultado de gente bebiendo en la banqueta, tirando los platos y vasos en cualquier parte y con la música a un volumen que hace retumbar los cristales de diez casas a la redonda; también son los mismos que se estacionan en doble fila o en la entrada de la cochera de alguien mas porque "no se tardan". Estos seres están dispuestos a defender hasta con los dientes su derecho a hacer fiesta (se tienen que divertir), a estacionarse (no se tardan), a estorbar (¿donde se paran si no hay espacio?), a manejar a exceso de velocidad (es que ya se les hizo tarde), a cruzar a media calle en vez de por la esquina (está lejos) o a tirar basura donde sea (no hay bote).
Entonces resulta que estamos dispuestos a luchar por nuestros derechos y si estos le pasan encima a alguien mas ya será problema de ese alguien mas que para luchar por los suyos le pasará encima a otra persona y así, ad infinitum. En este caso habría que aplicar esa frase de "tu derecho a fumar termina donde empieza mi derecho a respirar" pero en todo: "tu derecho a hacer fiesta termina donde empieza mi derecho a dormir", "tu derecho de estacionarte termina en mi cochera"; entonces es donde verdaderamente estamos ejerciendo derechos y no sólo satisfaciendo ansias. Nos perdemos en estas pequeñas cosas que mas bien tienen que ver con el respeto al prójimo el cual para que funcione debe ser recíproco y no tiene nada que ver con los derechos.
Y ya que estamos en esto, el respeto sería la clave del asunto; si una manifestación respeta al resto no bloqueando la calle por la que tienen que pasar, hasta la simpatía de otros se gana, si una peregrinación religiosa camina por la banqueta y no tira basura a su paso, no molesta a nadie y hasta el paso les dan, si alguien le dice a otro "¿puedo estacionar en su entrada 15 minutos?" y son 15 minutos, nadie le va a decir que no; el asunto es siempre respeto. Una vez mas, volvemos a lo de siempre: educación.

lunes, 1 de agosto de 2011

La Televisión: la caja mágica

Entre tanto tema político y de conciencia social, me permito tomarme unos minutos para otro tema que si bien vuelve a ser parte de lo mismo, es un poco mas general.


En una época donde trabajamos mas de 8 horas, nos transladamos grandes distancias y en general nos cansamos bastante durante el día, la mayoría de nosotros llegamos a casa con la idea de relajarnos, descansar y entretenernos un poco ¿que mejor que la televisión para ello? Últimamente nos ofrece una gran variedad de temas y formas de abordarlos así que si queremos saber las novedades de las estrellas hay programas para ello, si nos interesan los animales, si nos gusta la historia o si simplemente queremos pasar el rato con series policiacas, de abogados o de ciencia ficción encontramos algo, hay para todos los gustos. Por supuesto que también hay cosas serias, como los noticieros, donde nos hacen el favor de enterarnos de lo que pasa en nuestro planeta: ahi nos informan cual de nuestros ilustres ministros andan de viaje, si se inauguró un edificio para la cámara perfectamente inútil, si hubo un excelente partido de fútbol o si en un país perdido del oriente y que no sabemos ubicar en el mapa hay guerra. A veces nos dan excelentes noticias, como que vamos ganando la guerra contra el narco o si se decomisaron grandes cantidades de drogas en un operativo, también nos avisan que hay una recuperación económica y que el desempleo está bajando. Después de enterarnos de todo esto, quizá a algunos nos entre la duda de porque hay tanto revoltoso en las calles, porque el SME no ha levantado sus protestas y se van a sus casas, porque el vecino anda sin trabajo hace dos meses, porque hicieron recorte de personal en donde trabajamos y porque hace unos días hubo marchas por la paz. Si pensamos un poco, nos resultará extraño que las noticias nos digan una cosa pero cada día veamos otra; claro, en el supuesto caso de que veamos algo porque curiosamente, cuando vemos a la gente perder su empleo o protestar en el zócalo nos ataca una estado de ceguera selectiva que sólo nos permite ver que nos estorban pero no sus motivos y a pesar de que tengamos la evidencia frente a nosotros decidimos creerle al noticiero y pensar que todo está bien ¿no es mágico?


Este estado nos ataca a la mayoría de la población porque no hay nada mas sencillo que dejar que alguien mas nos de la información digerida, es mucho mas fácil escuchar a un locutor que leer montones de publicaciones, es mas cómodo creer que buscar y analizar la información.
Estamos en un momento histórico en el que de tanta información a la mano estamos en la ignorancia, de tantos problemas diarios queremos no cargar con mas, pero también estamos en un momento en el que la tensión se siente si sabemos ver a nuestro alrededor, vivimos cada día inquietos de saber que puede ser el último en nuestro trabajo, que puede tocarnos una bala perdida o recibir una llamada para avisarnos que no aparece un pariente. Eso no sale en los noticieros pero sabemos que existe aunque queramos cerrar los ojos, la televisión hace magia al ocultar todo esto y de nosotros depende quitarle ese poder usándola para lo que es: para entretener, no para informar.