Como está por todos lados, es uno de los temas de hoy en México, le dedican tiempo por todos lados, no puedo sustraerme al asunto, pero en vez de hablar de él, veré las reacciones sociales que al final de todo es el tema recurrente en este espacio. Me refiero a los recientes escándalos de Marcelo Ebrard.
Para quien no esté en México les cuento: Ebrard es el Jefe de Gobierno del DF, tomó el poder en el 2006 continuando la reciente tradición de tener gobiernos de izquierda en la capital del país.
Bueno, pues últimamente ha sido sujeto de notas de todos colores, la mas reciente fue su decisión de sacar de su grupo a un secretario por "llevarle la contraria" y poco después han circulado algunos asuntos mas, previos o posteriores, todos ellos un tanto escabrosos.
No pretendo defender ni atacar a nadie en este espacio que es asunto aparte; el asunto es analizar como hemos reaccionado al respecto porque es una característica nacional.
Obviamente hay indignación en un sector, se le trata de intolerante, "fascista" (ya en otro momento analizaremos el significado de algunas palabras que usamos con tanta libertad), falso y demás cosas. Otro sector lo ve como alguien seguro de lo que hace y por ende no quiere que nadie se le ponga en medio a quitarle el tiempo, hay quien dice que está preparando el terreno para su candidatura a la presidencia. Todas estas posiciones son discutidas y armamos pleitos tremendos al respecto. El chiste de esto es que mientras nos arañamos entre nosotros defendiendo o atacando a este señor quienes detentan el poder hacen sus acuerdos, nos montaron el circo y esperan tenernos entretenidos en tanto toman sus decisiones. De pronto comienzan a salir mil y un notas respecto a Ebrard, que si tiene a su novia en la nómina del gobierno del DF sin hacer nada, que si se divorció hace no se cuantos años, que si es gay, que si se lava los dientes, que si se viste en Hugo Boss.
A veces somos increíbles, basta que nos tiren cualquier cosa que suene a chisme para correr detrás de él, para darle la importancia de una nota internacional y sobre todo para usarlo contra cualquiera que nos caiga medianamente mal sin importar si guarda alguna importancia respecto a las razones por las que nos cae mal. Para muestra un botón: hace un par de días, alguien que rara vez comenta asuntos políticos conmigo me pregunto acerca de la veracidad de la información acerca de que la novia de Ebrard estaba en nómina. Evidentemente y porque conozco a la persona que lo preguntó, no se trataba de una duda legítima, sino de tratar de poner al descubierto que la izquierda no es de confiar, que hace lo mismo que la derecha y por supuesto demostrar que estoy en un error al defenderla. Esas pequeñas mezquindades, ese deseo de decir "yo tenía razón y tu no" es lo que nos hace dividirnos, con tal de demostrar que estamos en lo cierto somos capaces de ir contra nuestro propio bienestar; si alguien está en contra de la izquierda, será capaz de aceptar que volvamos a un gobierno probadamente fallido para la población con tal de no aceptar que están equivocados; si llegase la izquierda al poder y fallara, seremos capaces de defenderla aún a costa de nuestra familia (que conste una vez mas que soy izquierdista, para quien no lo había notado) y como característica común a todos los bandos es que confundimos el chisme con noticia y nos importa mas la vida privada de un candidato a lo que sea que su desempeño en su trabajo; para esto otro ejemplo: Peña Nieto como gobernador del Estado de México no logró nada, aumentó la deuda de su estado, las colonias se inundan igual o mas que antes, la instrucción escolar está en su nivel mas bajo de la historia, las calles tienen mas agujeros que nunca, pero se casó con una popular actriz y eso ha sido suficiente para que a nadie le importen los desastrosos resultados de su gestión como gobernador.
Es importante en este momento histórico que aprendamos a separar la paja del grano, que tengamos un espíritu mas crítico, que dejemos los chismes en lo que son: chismes y empecemos a ver las noticias reales, no debemos dejar que nos distraigan con notas irrelevantes y enfocarnos en lo que nos atañe parejo: las decisiones para salir del hoyo en el que estamos como país.