Hubo una época en que la humanidad consideraba la experiencia como un tipo de sabiduría, en que ser adulto daba cierto nivel en una comunidad, significaba que había uno sobrevivido mil y un vicisitudes y salido mas o menos airoso de ellas. Los ancianos ni se diga, llegar a la vejez era además de un logro, un mérito que valía la pena considerarse, un anciano estaba lleno de sabiduría y no por una preparación académica, sino simplemente por haber vivido casi todas las situaciones posibles para un humano.
En los últimos años las cosas han cambiado, tan paulatinamente (como en todos los ámbitos) que no nos damos cuenta hasta que las vivimos como algo natural. En el siglo XXI la edad adulta y la vejez se han vuelto estados indeseables, el mundo es para los jóvenes, y un joven tiene menos de 30 años en nuestra sociedad. ¿Cómo funciona y por que?
Primero, los empresarios y dueños de la economía se dan cuenta que mientras mas piensa la gente es mas difícil de manejar, peor si les da por pensar de manera independiente entonces, hay que formar los cerebros desde la infancia y de preferencia dejarlos en un estado de eterna inmadurez, así que los humanos deben acostumbrarse a usarlos lo menos posible y en la dirección correcta para el sistema. Así, se crean entretenimientos simples y a la vez impactantes, cine con grandes efectos especiales y argumentos pobres, televisión donde podemos regodearnos con los problemas ajenos, generalmente superficiales y agradecer que no los tengamos nosotros, música repetitiva, ruidosa, simple y con letras sencillas, nada que nos haga pensar o analizar. La publicidad por supuesto tiene una parte fundamental, nos vende la imagen del ser humano físicamente perfecto (con una perfección estudiada, inalcanzable para cualquier simple mortal), el éxito es asociado a tener objetos, nos bombardean con imágenes de humanos supuestamente felices porque tienen autos caros y visten ropa de diseñador, familias modelo, felices en un mundo de lujos y superficialidad.
Una vez implantada la idea de que tener es la felicidad, aunada a un estado mental simple y cómodo, viene la otra parte ¿Cómo se mantiene ese estado? Ocupando a la gente en actividades de poca actividad mental pero a la vez que cansen al cerebro, esto se logra sometiéndola a trabajos rutinarios y absorbentes a través de procesos complicados y aburridos, jornadas de trabajo largas que limiten al mínimo las posibilidades de pensar y dejen a la gente cansada, buscando sólo tener distracción en los momentos que el trabajo les deja libres (distracciones como las descritas en el párrafo anterior). Esto aplica a todos los niveles de empleo, desde el obrero que vigila una línea de producción o pega ladrillos por ocho horas, hasta al gerente que debe supervisar un ejército de humanos.
¿Cómo encaja la idea de que la juventud es el estado ideal del humano aquí? Un joven seguirá todas las directrices de una empresa porque aún no tiene experiencia y confiará en que los procesos y políticas son los correctos, aun no ha tenido la oportunidad de crearse sus propias ideas e imaginar opciones, por supuesto que lo mantendrán lo suficientemente ocupado para que esto no suceda. Aquí hay dos caminos, la gente limitada que jamás desarrollará una idea propia y aceptará las cosas como son y la que comenzará a cuestionar el funcionamiento. El que se adapta y mantiene en el camino trazado tiene asegurado su futuro, es el tipo de humano que el sistema requiere y llegará lejos en el organigrama de una empresa o si es demasiado simple, se quedará toda su vida laboral en un nivel, volviéndose el experto y casi una institución. El que trata de innovar, generalmente será desechado por rebelde, ya que eso no funciona en un sistema diseñado para mantener a la gente aletargada.
En un mundo así, la gente que deja una organización, por las causas que sean, no son confiables, ya que siempre quedará la sospecha de que lo hicieron por no encajar en el sistema, eso aunado a que tienen una experiencia pocas veces deseable ya que pueden llegar a cuestionar la manera de hacer las cosas; así, mientras mas se avanza en edad, menos elegible se vuelve alguien para una empresa. De esta manera la experiencia, tanto en una área laboral como en la vida, se vuelve en vez de una ventaja un franco motivo de descalificación.
Por supuesto que nosotros lo avalamos, ya que traemos la carga de la publicidad y la ideología impuesta en los últimos años y lo repetimos todos los días en nuestras actitudes, luchamos por evitar que se nos note el paso del tiempo, nos aferramos a la juventud ideal que nos han impuesto y rechazamos cualquier cosa que nos recuerde que no tenemos menos de 30 años.
Eso nos ha llevado también a tener desprecio por la vejez, un desprecio que nace del miedo porque al final todos (con suerte) llegaremos ahí y sin hacer reflexión alguna, hacemos a un lado a los ancianos por no ser parte del sistema ya pero si un recordatorio de lo que nos espera, sin darnos cuenta que la única manera de evitar esa condición de paria en la vejez, es que nosotros mismos reivindiquemos al anciano como lo que es: un ser humano que tiene cosas mas importantes que dar a la sociedad que las dictadas por el sistema.
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