domingo, 2 de octubre de 2011

Familia en el siglo XXI

Una de las instituciones básicas en nuestra cultura es la familia, en ella se apoyan fuertemente casi todos los valores ideales: el amor, la solidaridad, la confianza, la honestidad y los principios. En teoría en la familia es donde se aprenden y practican todos ellos para después salir valientemente al mundo y usarlos para vivir en sociedad. Al menos esa es la idea fundamental de formar una; en la práctica las cosas son un poco diferentes según hemos observado.
Empezando porque a nadie le dan un curso de como llevar una familia, de manera que lo hacemos basándonos principalmente en dos cosas: los ejemplos (la familia de la que provenimos y las que observamos) y la propaganda. Estos dos puntos son la base de nuestra nueva familia. En un mundo ideal, los padres se ocuparán de satisfacer las necesidades de los hijos en cuanto a vestido, alimentación, diversión, instrucción y educación; los hijos por su parte cumplirán con las tareas encomendadas: estudiar, ayudar en casa, obedecer, respetar, aprender. Mas o menos así funciona el asunto, pero en estos puntos se olvida uno muy importante: la comunicación. Muchos padres consideran que satisfacer esas necesidades (de manera apenas suficiente u holgadamente) es lo que les toca hacer y con ello cumplen su trabajo, eso es lo que aprenden los hijos que de igual manera harán su parte y hasta ahí. Eso no es una familia, es un grupo de gente que vive en la misma casa.
Hay padres que consideran que compartir asuntos del trabajo no es necesario, ni siquiera deseable, así que si tienen mil problemas en él, están a punto de ser despedidos o el sueldo apenas da para pagar los gastos no es asunto de su familia y lo mantienen reservado para si mismos; por otro lado, los asuntos de los hijos son pequeñeces que no merecen atención, el saber como le va a un niño en la escuela, quienes son sus amigos o si le quitan el almuerzo diario no es tema de conversación. Además de esto, hay mil temas que se consideran tabú y de estos tampoco se hablará como son las relaciones sexuales entre adolescentes, el alcohol o la droga y si se tocan será sólo para condenarlos. Bajo este esquema, un adolescente nunca compartirá sus inquietudes o deseos al respecto con sus padres porque de antemano sabrá que será rechazado, se quedará con sus dudas y sólo las compartirá con otros adolescentes que están tan ignorantes como él.
Como es de esperarse, el adolescente que muere de curiosidad y rebosa soberbia (los adolescentes todo lo saben, los adultos no entienden nada) beberá como cosaco sin tener la menor idea de como evitar embriagarse, fumará mariguana sin saber los efectos que puede tener y creerá que la protección en las relaciones sexuales no son tan importantes. Claro que habrá muchos que no hagan nada de esto pero la mayoría se abstendrá por miedo a un regaño mas que por convencimiento; los deseos y curiosidad son inherentes a la adolescencia.
Los padres que se erigen en modelos de virtud, ejemplo de rectitud y fuente de toda moral para sus hijos se encuentran en una incapacidad de comunicación tremenda ante ellos ya que no es posible explicarle a un jovencito como beber sin embriagarse sin confesar antes que lo han hecho. Otros padres pretenden pasar ante los hijos como rocas a quienes nadie fractura y que son la base y cobijo de la familia; así un padre sin debilidades es ajeno al mundo de un hijo, nunca entenderá las de él. También existen los padres que no tienen tiempo para tonterías, que están muy ocupados con sus asuntos o muy cansados para los de los hijos, los cuales son degradados hasta hacerlos parecer poco mas que una picadura de mosco; un hijo de estos padres jamás se sentirá con ganas de contarle a sus padres que su mejor amigo se cambia de ciudad porque es una pequeñez comparada con las grandes preocupaciones de sus padres.
La familia de este siglo se caracteriza por una gran falta de comunicación, los miembros de ella son extraños entre sí, gente que comparte la comida o la cena y un par de horas frente a la TV (en el mejor de los casos, hay casas donde cada quien tiene una en su recámara), que en el trayecto a la escuela escucharán las noticias (los padres deben estar informados) y los fines de semana quizá vayan al cine juntos. Hace 60 años los padres eran igual o mas distantes que los de ahora, después, en los 70's y 80's los que tuvieron esos padres quisieron cambiar el asunto y tuvieron mas cercanía con sus hijos, hubo mas conversaciones y mas compañerismo pero en este momento, parece que hemos vuelto atrás en la educación y una vez mas los padres se convierten en proveedores que no conocen a los niños que viven en sus casas y que se sorprenden cuando su pequeño es detenido por conducir en estado de ebriedad o tiene un embarazo de 6 meses a los 15 años.
La comunicación, la confianza, la honestidad, son indispensables para una familia, en ella es donde se aprende de límites y posibilidades; los padres deben dar apoyo a sus hijos y no se trata de mantenerlos sino de formarlos como personas sanas y pensantes ¿quien mejor que un padre para enseñarle a un hijo sus propios límites? ¿quien mas que un padre será incondicional para su hijo pese a los errores que cometa? Los padres deben despojarse del hábito de perfectos e intocables, mientras mas humanos son, mas comprensibles son para sus hijos; es imposible amar a un ser en un altar, inalcanzable en su perfección, pero a una persona con debilidades y errores se le ama con facilidad; si un hijo ve en sus padres a un ser humano que se equivoca y aprende de sus errores se sentirá con la confianza de hablar de los propios sin sentirse condenado y tendrá muchas mas posibilidades de enmendarlos.

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