lunes, 26 de diciembre de 2011

Víctimas y victimarios

Debido a una interesante discusión virtual de hace unos días decido escribir este artículo hoy.
Una vez mas he de colocarme en el único papel que me se y es el de mujer, pido disculpas a mis amigos lectores porque por mas que trato no logro adentrarme en su cerebro que ustedes definen como sencillo y que tal vez en ello se asiente su complejidad para nosotras.
Pues bien, el tema de la discusión no era precisamente este pero se tocó y me parece interesante. En este momento histórico, cuando se supone estamos en franca evolución como especie y sociedad es un tanto sorprendente que en muchas cosas sigamos arrastrando ideas de hace mil años y peor aún, se consideren correctas, muchas veces de manera inconsciente.
Hablando de víctimas me doy cuenta que las mujeres tendemos a colocarnos en ese papel constantemente y mas aún en relación al hombre. Así desde niñas somos frágiles y dulces, si un niño de nuestra misma edad nos pone una patada seguro fue por malo y abusivo, porque a una mujer no se le toca "ni con el pétalo de una rosa", no importa que a los 5 años la fuerza física sea la misma entre ambos géneros ni tampoco importa que la niña haya fastidiado al niño en cuestión hasta acabar con su paciencia; en cambio si la pequeña golpea con todas sus fuerzas al niño, este deberá aguantarse bajo el argumento de que a las mujeres no se les pega (insisto, esa distinción de género es poco realista en la infancia en todos los sentidos a esa edad). De esta manera estamos sembrando un par de semillas importantes: la niña puede agredir, golpear, gritar, desesperar y el niño debe aguantar por dos razones: las mujeres son delicadas y se rompen y son medio mensas porque no saben controlarse. Así vamos comenzando con las ideas retrógradas.
Mas adelante, en la adolescencia las cosas se han agudizado un poco y ahora además de tener derecho a golpear a un hombre impunemente también aparece el derecho de chantajear. Desafortunadamente es una conducta muy generalizada y avalada (que no todos la aceptamos y seguimos); así las mujeres lloramos para conseguir algo, tenemos accesos nerviosos justificados, podemos ser incongruentes en nombre de las hormonas y los hombres deben aceptarlo. Una vez mas caemos en la situación de víctima, respecto a los hombres (que de la familia hablaremos en otro momento) ya que el jovencito que quiera salir con nosotras deberá aceptar berrinches, corajes, cambios de humor y hasta groserías, mientras que él tiene que comportarse inteligentemente y manejar nuestras acciones. se vuelve a reforzar el punto de mujeres hormonales, frágiles y medio tontas frente a hombres comprensivos, inteligentes y fuertes.
Una vez formada la actitud a tomar en la vida seguimos alegre e inconscientemente con ella, sin pensar en los resultados que nos dará. Las mujeres jugamos a tener todos los derechos pero ninguna obligación, podemos llorar, gritar, amenazar e incluso golpear; el hombre deberá ser magnánimo y entenderá que somos nerviosas, inquietas, sensibles, y aguantará todo,  hasta cierto punto porque dentro de sus derechos por ser mas inteligente estará el de tener mas de una pareja (pobre, tener que aguantar a una loca que le hace berrinches es demasiado, así que debe encontrar el equilibrio en otro lado).
Así hemos creado las actitudes que seguiremos toda nuestra vida las cuales serán mas o menos: "si un hombre sale con otra mujer además de su esposa es un patán, si una mujer lo hace es porque no recibe la atención suficiente", "si un hombre agrede a una mujer es un monstruo, si una mujer le avienta el sartén a un hombre estaba enojada".
Hemos caído en un punto en el que nos victimizamos, jugamos a ser superiores explotando las peores características que hemos aprendido a identificar como de género, somos fuertes y valientes a conveniencia ya que en cuanto provocamos una situación que nos parece desfavorable, asumimos el papel de víctimas y culpamos totalmente a los hombres (sea pareja, padre, jefe, compañero de trabajo) que no digo que sean por supuesto la inocencia vestida de blanco pero definitivamente no son los malos del cuento. Siempre que escucho a las mujeres quejarse de los hombres, decir que son lo peor del mundo, que todos son mentirosos me pregunto ¿entonces que necedad de tener uno al lado? sin contar con que me parece lo mas injusto del mundo ya que no es matemáticamente posible que el 100% sean malos.
Mientras no aprendamos que los derechos traen obligaciones y que si buscamos una igualdad en los primeros debemos asumir los segundos estaremos en desventaja y si seguimos explotando esa imagen de víctimas con tanta libertad, en el momento en que nos llegáramos a convertir en una nadie nos tomará en serio.

2 comentarios:

  1. Tu artículo destila raciocinio e inteligencia: valores poco frecuentes en nuestro país, tan dado a la demagogia.

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  2. Me encantó este artículo, no lo había leído pero refleja la manera tu de pensar y como me enriqueció el tiempo que convivimos juntas. Escuché en días anteriores, tu pareja es del tamaño de tu enfermedad, así que no hay que quejarnos, porque estamos donde queremos estar y con quien queremos estar, solo nos hace falta dejar de llevarnos por lo estipulado y racionalizar ese sentimiento así como la manera de llevar una pareja.

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