viernes, 6 de mayo de 2011

Violencia: triste cotidianidad

Este artículo va en apoyo a mis amigas que inician una labor social interesante: luchar contra la violencia en todos los sentidos posibles, pero en particular la ejercida contra mujeres y homosexuales (de ambos sexos), de manera que me enfoco a esta.
Debido a mitos, costumbres, prejuicios e ignorancia, la violencia contra las mujeres y homosexuales, desde hace siglos se ha tomado como algo hasta normal. Si partimos del hecho de que el cristianismo dice que la mujer es un ser inferior al hombre, que le debe obediencia, respeto y sumisión, nos damos cuenta que es un asunto demasiado enraizado en nuestra cultura como para prescindir de él fácilmente.
Como consecuencia de esta premisa, a las mujeres se les educa para tener un hombre al lado y considerar como meta en la vida ser esposa y madre, que para eso estamos diseñadas, no es extraño entonces que con tal de cumplir este propósito seamos capaces de cualquier cosa y por conservar ese estado, aún mas porque, no cerremos los ojos, hasta la fecha una mujer divorciada es estigmatizada por la mayor parte de la sociedad.
La violencia no es exclusivamente golpes y gritos, hay una mas sutil y creo yo, mas dañina porque no se nota a simple vista y quien la sufre muchas veces no se da cuenta y es la psicológica. Esta violencia generalmente comienza con los padres, quienes con sonrisa y buenos modales se encargan de decirle a una niña que es inútil, que necesita que sus hermanos hombres la cuiden (a falta de uno, papá), que no debe jugar soccer porque le pueden pegar o trepar un árbol porque se va a caer (como si los reflejos fueran exclusivos de los hombres). Estos padres (y en la mayoría de los casos es mas acusado en la madre) crían niñas inseguras, torpes, muy femeninas, que no son capaces de cambiar un fusible o revisar sus propios estados de cuenta del banco; así, las niñas en cuestión crecen siendo unas damitas, cuidadosas de su apariencia y sus modales porque eso hará que cumplan la meta: casarse "bien". Estas niñas llegarán a ser unas jóvenes educadas, decentes, femeninas que buscarán como prioridad un novio educado, caballeroso, de esos que les abren la puerta del auto, pagan todas las cuentas y las llevan de la mano por todas partes. A la larga, se casarán con el galán elegido quien reforzará su posición de indefensas e inútiles para todo lo que no sea verse bien y "atenderlo" como debe ser.
Hasta aquí la violencia psicológica se ha limitado a alienarlas, a convencerlas de que son tan ridículamente tontas que siguen necesitando que les interpreten hasta sus pruebas de embarazo; podríamos pensar que a ellas les fue bien tomando en cuenta la educación recibida. Pero hay mas allá; estas chicas, convencidas de que sin un hombre su vida no tiene sentido aceptarán cualquier trato que se les de, su marido, también todo sonrisas le dirá "no reina, no te preocupes, yo voy al banco porque tu ni les vas a entender" "a ver muñeca, deja eso, yo lo hago, te vas a romper una uña". De esto a "no sirves para nada, eres una estúpida" no hay mas que un paso; del "ponte el vestido rojo" a "idiota, ni siquiera puedes vestirte si no te digo como" no hay gran distancia. De ahi podemos seguir a humillaciones públicas, peleas por un escote e insultos de todos los tamaños. Estas mujeres difícilmente se darán cuenta de lo infelices que son, de la inseguridad que las va llenando; verán como se cierra el mundo a su alrededor y entrarán en pánico sólo de pensar que sus maridos las dejen; ahi sigue la peor parte porque se sabrán atrapadas pero sin la fuerza para buscar la salida, la sociedad dice "mas vale mal casada que bien divorciada" y ellas lo creen porque toda su vida les han dicho que sólo para eso sirven.
Como siempre, esta reflexión me lleva al mismo punto: educación. las madres deberán dejar de tratar a las hijas como frágiles adornos, deben enseñarles a ser independientes, seguras, si la niña se cae de un árbol no le va a pasar nada que no le pase a un niño, si quiere ser tercera base no va a dejar de ser mujer por ello, si aprende a cambiar los focos no va a perder femineidad. Los padres deberán aprender a no protegerlas de un mundo en el que tienen que vivir sino a enseñarles a protegerse ellas mismas.
Tener una pareja es maravilloso, cuando se trata de pareja, pero cuando esta se convierte en un cerco a tu vida, cuando no es pareja sino dueño, las cosas dejan de ser un cuento de hadas y la realidad golpea brutalmente. Enseñemos a nuestras niñas a ser personas y no objetos utilitarios y decorativos.
Comparto el blog de mis amigas, las mujeres valientes dispuestas a apoyar a aquellas que no encuentren la salida a una vida verdaderamente aterradora: http://texitiani.blogspot.com/

1 comentario:

  1. Felicidades Claudia por tu fina conciencia y profunda solidaridad para ayudar a forjar un mundo sin violencia, un mundo de diversidad, tolerancia y amor. Un abrazo! Y Felicidades a nuestras compañeras de Texitiani!

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