martes, 3 de mayo de 2011

De Juicios y Prejuicios

Todos tenemos alguno, es casi inevitable cuando se vive en sociedad, porque esta tiene reglas, modelos, sistemas y básicamente quienes no encajan en ellas son prejuzgados. Todos lo hacemos hasta inconscientemente.
Los mas comunes son respecto a la apariencia, así la gente de traje, cabello bien recortado y peinado, zapatos clásicos y reloj son los mas respetables, mientras que los de jeans, camiseta estampada y adornos corporales (llámense piercings o tatuajes) son dignos de desconfianza. Es el prejuicio mas recurrente y también uno de los mas engañosos.
Observemos un poco a nuestro alrededor. Los viernes, en cualquier cantina, podemos ver la mayoría de las mesas ocupadas por señores de aspecto "respetable" (traje con corbata), bebiendo como marineros suecos, soltando las ordinarieces mas increíbles y dispuestos a conquistar a cualquier mujer que pase cerca sin la menor consideración al estado civil de ninguno de los dos. Quien lo niegue o nunca ha ido a una cantina o está ciego.
Por el lado de las féminas la cosa es similar; si bien no somos precisamente de cantina y vulgaridades evidentes si podemos ver en los bares "nice" mujeres de tacones y traje sastre en grupitos, lanzando miraditas alrededor, deteniéndose en los hombres para sopesar la calidad del traje, el precio del reloj y el tamaño de la propina y de esa manera decidir quien será el afortunado que les invitará los tragos a cambio de su preciada compañía, y si se ve solvente, hasta la visita al motel. Llámenle como quieran, eso es prostitución.
Por otro lado, pocas veces he visto a los de aspecto feo, a los fodongos, a los malos, en esas actitudes: los hombres de este tipo generalmente respetan a las mujeres de una manera que los buenitos nunca lo harían y las mujeres de jeans y camiseta no se preocupan por el tamaño de la cartera o del carro de un hombre. No lo digo de oidas, he tenido la fortuna de acercarme a ambos mundos.
Estas observaciones me han llevado a analizar las razones de uno u otro comportamiento y concluyo lo mismo que he comentado en otros artículos: las reglas de la sociedad actual son decadentes. Esta sociedad, este sistema está dirigido a alienar y mediatizar a la gente; así, la norma dice que la gente decente es la que se ve decente y ¿que es eso? vestir de manera tradicional, no importa como te comportes, no importan los principios. Hay que seguir las reglas (estudiar, buscar un trabajo, casarse) no importa que estas no sean tu felicidad, lo que importa es como te ves. La gente que ha escapado de ese estigma, presta poca atención a eso, lo cual hace que tengan tiempo y ganas de pensar, de decidir por si mismos, aprenden a respetar al prójimo y a si mismos, se dan cuenta que una borrachera no es divertida si pierdes el contacto con la realidad, no necesitan de esas cosas para sentirse bien porque se sienten bien siempre, no tienen que escapar de un matrimonio que nos les complace porque, o no se casan o si lo hacen es por convencimiento y no porque así dice la sociedad que debe ser, los hombres no buscan ser conquistadores porque tienen seguridad y no necesitan admiradoras para sentirse realizados, las mujeres no desesperan por conseguir marido y disfrutan su vida por si mismas, la pareja sólo es una de todas las cosas que conforman la vida.
Los adultos que están educando, deberían ver estos resultados, verse a si mismos y preguntarse ¿quiero que mis hijos vivan como yo? si son felices y plenos seguramente que si, pero si son del tipo que vive de las apariencias y sus momentos de felicidad se limitan a cuando se quitan la máscara, entonces tendrían que pensarlo dos veces antes de transmitirle estas ideas y costumbres a sus hijos. Creo yo que lo mejor que podemos hacer es darle a nuestros niños la oportunidad de conocer el mundo y a ellos mismos, sacarlos de lo que hacemos por inercia y porque es lo correcto. Lo correcto es ser pleno, estar contento con la vida que llevamos y no seguir reglas sin razonarlas primero.

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