jueves, 2 de junio de 2011

De noviazgos, compromisos y otras musarañas

Por ahí dicen que el ser humano es un animal gremial, que no podemos estar solos y que es natural e instintivo formar una familia. Bueno, no lo dicen "por ahí" lo dicen en todas partes, en todos los tonos y a la menor provocación. Gracias a este bombardeo de una imagen perfectamente asentada en nuestra sociedad, los seres humanos convertimos la búsqueda de una pareja en una necesidad en muchos casos prioritaria a cualquier otra y luchamos con uñas y dientes por conseguirlo.
Si una mujer es soltera y sin galán a la vista a los 30 años, las tías, vecinas, amigas y hasta madres la tachan de quedada, solterona (como sinónimo de amargada), incompleta; las preocupadas madres comienzan a preguntarse que hicieron mal, los padres se truenan los dedos pensando en que le pasa a su hijita y las amigas y familiares comienzan a buscarle pareja hasta en el mercado. En el caso de un hombre la cosa se torna mas escabrosa "seguro es gay" (una vez mas, usando "gay" como el colmo de la depravación), los amigos le presentan chicas de "buen ver" y hasta los padres tienen conversaciones serias con él acerca de la necesidad de tener una novia. En el caso mas leve el hombre en cuestión es tachado de irresponsable, inmaduro y cobarde.
Esa noción de ser seres incompletos sin una pareja está tan difundida que nos desesperamos por tenerla y caemos en situaciones absurdas, deprimentes y hasta ridículas en el afán por tener una pareja, especialmente las mujeres (con eso de ser inferiores, se vuelve una necesidad patológica), quienes nos jugamos todo por un novio o marido.
Empezando porque cualquier hombre con quien salgamos, aunque sea a comer tacos, es un novio en potencia. Somos incapaces de pensar que si un hombre nos hace conversación en el café sea exclusivamente porque está aburrido o estamos viendo el mismo partido o leyó el libro que tenemos en la mesa; inmediatamente pensamos que quiere "algo" con nosotras (que hay gran cantidad de casos en que es así). Si salimos con un hombre varias veces seguidas empezamos a preguntarnos "¿va en serio?" y yo me pregunto ¿que es "en serio"? porque como dice Wilde, "la vida es algo demasiado importante como para tomarla en serio". Entonces comenzamos con una campaña dirigida a que el hombre en cuestión nos diga las tan anheladas palabras "¿quieres ser mi novia?", bueno, quizá no de esa manera, pero buscamos alguna confirmación de que ya es nuestra pareja. Caemos entonces en un juego repetido hasta el cansancio:
La mujer: -yo no soy una cualquiera, no me acuesto mas que con mi novio
El hombre (que está pensando en acostarse con ella) -claro, así debe ser
Eventualmente él se hará su novio porque está advertido que no tendrá sexo si no lo es, así que simplemente le dice a ella lo que quiere escuchar para conseguir lo que quiere tener, serán novios un par de meses hasta que se den cuenta que no tienen nada en común mas que las ganas de tener sexo, por supuesto ella no cejará tan fácilmente, al fin de cuentas ya se acostó con él (y seguimos creyendo que es muy importante) y él se hartará de una compañía que no entiende como conserva (en ese sentido los hombres son mas honestos que las mujeres, además de no ser mal vistos por acostarse con muchas mujeres, lo que les da la ventaja de no tener que mentirse). Al final habrá rompimiento con llanto, gritos e insultos; él quedará como un desgraciado que nada mas quería "eso" y ella como la pobre engañada, sin darse cuenta que se engañó sola. Este cuento macabro se repite ad infinitum en nuestra sociedad.
Yo me pregunto ¿como va a funcionar una relación que desde un inicio se forzó? Si fuéramos mas honestos el camino sería: salgo con alguien porque me agrada su compañía, me cae bien, tenemos conversación, me gusta, en fin, por lo que sea; pero el hecho de salir con alguien no compromete a nada, no es indicio mas que de una ligera atracción inicial. Después de varios encuentros, escenarios, momentos, tendremos elementos para saber si tenemos puntos de coincidencia con esa persona y en que consisten, puede ser que alguien nos guste terriblemente en cuanto al físico, pero ya mas cerca, nos damos cuenta que no tenemos nada en común o que si lo tenemos pero la atracción no es de pareja sino de amigos (en el mundo real, el 90% de las veces nos negaremos a aceptar la amistad porque estamos buscando pareja y a la larga perderemos ambos). Puede ser también que después de salidas, cenas, cine, copas o lo que sea resulte que si hacemos pareja y entonces todos felices, pero esto debe darse por si mismo, debe ser espontáneo y honesto, no debemos ocultar facetas de nosotros con tal de complacer al otro y sopesar si las cosas que no nos gustan de esa persona son tolerables o de plano podrían provocar una guerra porque esa es otra actitud propia en la caza de pareja: ocultamos cosas que creemos no le gustarán al otro y fingimos otras que creemos le complacen; nadie puede actuar una vida entera y eventualmente lo que escondemos salta a la vista y lo que pretendemos nos traiciona.
Mientras no aprendamos a ser felices y completos por nosotros mismos, sin una pareja, estamos condenados a repetir este tipo de historias, en cambio, cuando nos sentimos seres humanos enteros, contentos con lo que somos, disfrutamos nuestra soledad y nos sabemos felices, entonces estamos listos para tener una pareja a la cual no se busca, sola aparece. Cuando podemos decir "soy feliz contigo, pero también lo soy sin ti" es cuando verdaderamente vamos a disfrutar la compañía de una pareja.

3 comentarios:

  1. Excelente artículo! Lleno de razón y verdades sobre nuestra conducta mujeril. ¡Felicidades!

    ResponderEliminar
  2. Me encantó, es dificil romper con una cultura, la educación y costumbres dadas, pero no imposible. Gracias

    ResponderEliminar
  3. El conciente colectivo, es un monstruo, que genera conflictos generacionales...

    Tengo 38 años, de haberme casado en su momento, ya sumaria 2 o 3 divorcios... Pero eso es mas aceptado que el ser soltero, pues... YA TE REALIZASTE...

    Esa palabra estupida y vacia que es el sueño "ideal" de las generaciones que nos prescedieron.

    ResponderEliminar