sábado, 12 de noviembre de 2011

¿Comer para estar bien?

Uno de los placeres de la vida, reconocidos por casi todo el mundo es comer, hay quien cataloga la cocina como todo un arte y es tan placentero que hasta a pecado puede llegar. Claro que en nuestra sociedad las cosas van tomando rumbos extraños y cuando nos damos cuenta ajenos a si mismos y comer no es la excepción. Hay gente que come para sobrevivir y punto, hay quien lo disfruta y hay hasta quien hace de ello toda una gratísima experiencia. Estos dos últimos personajes están en peligro de extinción, ya que comer se ha vuelto un tema casi religioso para las clases media y alta, donde hay normas, reglas, decretos y hasta dogmas.
En teoría la razón fundamental para comer es vivir, para comer bien es la salud y por último viene el placer; estos dos últimos están siendo relegados por algo mucho mas fuerte: vernos bien, por supuesto entendiendo bien dentro de la imagen que se nos vende desde la publicidad, principalmente a las mujeres: ser flacas hasta niveles insultantes. Por otro lado al ser un placer, la cosa se convierte en una lucha diaria con nosotras mismas, así cada vez que vemos un pastel soñamos con comerlo entero pero el dictado de la publicidad nos detiene y casi nos provoca lágrimas.
La imagen de la belleza asociada con la salud estuvo vigente durante los 70's y 80's, así veíamos chicas rozagantes, con lindos colores en la piel, estrellas de cine con figuras propias de mujer, gente normal. en los 90's la industria farmaceútica decide sacar al mercado productos para mantener la figura y poco a poco esa "figura" se fue convirtiendo en algo similar al esqueleto que hay en los laboratorios de biología ya que al tener la mayoría de la gente un peso y proporciones regulares los "productos milagro" no tenían la aceptación que se necesitaba para vender, así que la figura ideal fue perdiendo forma hasta convertirse en seres esqueléticos y hasta andróginos, mientras menos curvas mejor.
Nos hemos dejado manipular por esas nociones tan erradas que ahora el sueño de casi cualquier adolescente es que se le puedan contar las vértebras a simple vista, la talla cero o doble cero se ha vuelto el ideal, las mujeres maduras no conciben un endulzante que no venga en sobrecito amarillo o rosa y las calorías es el primer punto que se revisa en una etiqueta. Como resultado tenemos jovencitas ojerosas y ajadas (que cubren la piel desnutrida con maquillaje), mujeres adultas que sólo consumen productos que digan "light" y maduras cuya prioridad es una liposucción. Para complementar el cuadro, además de ser flacas hasta lo inconcebible en estos últimos años el bombardeo de la sexualidad como carta de presentación y prioridad en las cualidades de una mujer han provocado que se busque tener pechos excesivamente grandes y caderas angostas pero con curva de "jícara michoacana"; esto es fisiológicamente imposible ya que para estar literalmente en los huesos es necesario estar desnutrida y por ende no tener un buen desarrollo de las glándulas mamarias, mucho menos la grasa necesaria para que se formen las tan deseadas curvas (no son exclusivamente músculo, y el cuerpo necesita ciertos niveles de grasa para funcionar armónicamente). Resultado: cirugías plásticas; así vemos cuerpos imposibles como modelos a seguir lo que provoca angustia, frustración, inseguridad. Lo que menos nos importa es la salud, lo importante es como nos ven los demás, comer se ha vuelto todo un viacrucis en vez de un gusto, nos importa poco si lo que comemos es saludable mientras no tenga mas de 80 calorías. olvidamos las necesidades del cuerpo en aras de una imagen que alguien dijo era la perfecta y que no tiene nada que ver con la salud y con sentirse bien, podemos llenarnos de químicos con tal de seguir el dictado de la publicidad y nos hemos convencido de que tiene la razón.
Debemos tomar conciencia de nosotras mismas, sólo tenemos un cuerpo y nos debe durar en las mejores condiciones posibles toda nuestra vida, desnutridas y llenas de químicos no es posible, no debemos dejar que lo que se ve (la figura) predomine sobre lo que no se ve (los órganos) y sacrificar esto último en aras de lo primero. ¿Delgadas? es sano pero ¿flacas? es dañino y pagaremos el precio tarde o temprano y esa imagen por la que sacrificamos todo alguna vez desaparecerá rápidamente tras una insuficiencia renal o hepática provocada por el ansia de ser seres "perfectos" y por supuesto irreales.

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